La suerte

Ayer la muerte volvió a pasarnos de largo de manera espectacular en los Alpes franceses. Y si estoy comentándolo ahora mismo en el blog es porque, por ciertas razones, esta vez me ha tocado más de cerca. Ya le conté a alguien ayer que un accidente de avión es una tragedia del primer mundo. Todos los días muere en el planeta el equivalente en gente a cientos de aviones como este por una causa estúpida y predecible como es el hambre. Lo sé, no lo he olvidado y no voy a dejar de poner las cosas en perspectiva.   Pero hace apenas dos semanas estaba volando en un aparato del mismo modelo con la compañía madre de Germanwings, seguramente por el mismo pasillo aéreo y atravesando los Alpes. Feliz porque por fin he conquistado mi miedo a volar, precisamente porque estadísticamente estas cosas pasan. Pero he decidido que no merece vivir la pena asustada así que ahí estaba. Por eso ayer, cuando salí después de una reunión con el cliente para volver a casa y escuché en la radio de la secretaria de la empresa las temidas palabras: “aparato… ha perdido el contacto… Barcelona-Düsseldorf”, me imaginé lo que estaba pasando y me causó mucha impresión.

Mayo 008

Lo único que podemos hacer es disfrutar del camino, porque nadie tiene seguro cuando acabará…

Después el viaje en carretera escuchando informaciones, que probablemente no habría ningún superviviente, las tragedias individuales de cada comunidad y de cada familia. Intentando encontrar un sentido. Escuchando hasta que despertaron un poco mi ira el que había no se cuántos alemanes, “taitantos” con apellido español, tweets diciendo que si el avión iba lleno de catalanes y alemanes no importaba… y en un momento de surrealismo kafkiano, hasta que se creía no había sajones entre las víctimas. Lo dije ayer y lo repito hoy palabra por palabra: ni comprendo el provincianismo, ni lo quiero comprender, venga del bando que venga. Han muerto 150 personas, me da igual de donde vinieran… Aclaro, porque me lo han preguntado, que Germanwings es una compañía de bajo coste pero que tiene un servicio bastante bueno, aparte de que pertenecen al grupo Lufthansa, que tiene fama de ser riguroso con los estándares de seguridad y mantenimiento de los aviones. Yo he volado varias veces con ellos y no he percibido nada fuera de lo normal cuando vuelas frecuentemente. Retrasos, cambios de avión, averías… en el momento en el que tomas más de dos aviones anuales, te das cuenta de lo frecuentes que son estos pequeños problemas. Lo que es estadísticamente muy raro es que haya un accidente de estas características y más todavía en un vuelo regular entre dos aeropuertos europeos con mucho tráfico. No me puedo acordar de la última vez que pasó en Europa, pero tengo claro que estadísticamente nos iba tocando. Desmiento, porque también me lo han preguntado, que haya actualmente más accidentes aéreos. Lo que ha ocurrido y se explica perfectamente en este artículo de Verne es que en 2014 hemos tenido un par de ellos de éstos que “dan titulares” por lo raro y espectacular. El “misterio del avión malasio”, hasta el momento en que se encuentren los restos del aparato, si es que alguna vez se encuentran, ha encendido la imaginación de muchas personas. Lo cierto es que casos así ocupan horas y horas de comentarios en prensa precisamente porque son únicos y no ocurren todos los días. Si nos regocijásemos de la manera que lo hacemos con los accidentes de avión con los de coche, estaríamos aterrados de salir hasta de fin de semana a la Aldea de al lado. Una amiga que trabaja en el aeropuerto de Barcelona se comió ayer este marrón en vivo y en directo. Mira que odio mi curro, pero nada puede ser peor que el día de trabajo que tuvo ella ayer. No puedo terminar sin agradecerle a ella directamente su servicio ayer. A ella, en representación de todas las personas que ayer tuvieron que tragarse su propio duelo para ponerse al servicio de las víctimas y de los que seguíamos viajando, controlando el caos que se produce en un suceso de estas características. Gracias a todos los que están ahí después del huracán, funcionando para que la vida sigue. Porque lo cierto es que va a seguir, no va a pararse y no tenemos más remedio que seguir con ella. Y aclarado esto, me sumo a la iniciativa de un actor alemán que me parecía un tipo con cabeza y después de este tweet me lo parece aún más: “Pienso en los pasajeros del y cierro el pico”.

Ich denke an die Passagiere von und halte mal die Klappe…

Es hora de que cerremos todos el pico y dejemos a la gente que se deja los cuernos cada vez que hay un accidente aéreo, hacer su trabajo. Puede durar semanas e incluso meses, aviso. Pocos procesos hay tan rigurosos como el del análisis de fallos aéreos. Y si alguien tiene curiosidad por ver cómo es, no hace falta meterle una cámara a las víctimas recientes y a los investigadores aéreos que están currando por las narices. Hay unos documentales en el National Geographic (May Day: Air crash investigation), que satisfacen la curiosidad científica del que la tenga.